Jardines sanadores en hospitales: Una terapia sin techo
Isabel Tolosa L.
“En la mañana cuando comenzamos, sobre todo con los que están internados, lo primero que preguntan es – ¿Vamos a ir al jardín, vamos a jugar a la pelota? -«. Patricia Rivas es psicopedagoga y se emociona cuando habla de sus jardines sanadores. Esta entrevista la hacemos sentada en una de las bancas del jardín Jacarandá. Respira el olor de las plantas y flores que ella misma juntos a todos los trabajadores de la unidad de neurología y psiquiatría infantil del Hospital Clínico San Borja Arriarán, plantaron a pulso y nos cuenta que hace 5 años esto era un sitio eriazo, feo y «pelao» y ahora, los enorgullece.
Al lado de dos palmeras milenarias, flora nativa y unos caminos con bancas para hacer una pausa, está la calle Santa Rosa, una de los corredores del Transantiago con mayor tráfico vehicular de la capital. «Conversé con una mamá, su hija es down y nos contó que después de la pandemia estaba iracunda, rabiosa, le pegaba. Pero, cuando llegaba al jardín, se calmaba, me dijo – recuperé a mi hija – que te digan eso (ríe) listo, está hecha la pega», nos cuenta Valentina Schmidt, arquitecta y coordinadora de proyectos de la Fundación Cosmos, los creadores en Chile de los Jardines Terapéuticos.
Jardines Sanadores, un trabajo colaborativo
La Fundación Cosmos, ya lleva quince jardines terapéuticos que diseñan y construyen de manera colaborativa. “Nunca llegamos nosotros a imponer una visión, así como – oye, ustedes necesitan esto – porque eso no va a perdurar en el tiempo, tienen que haber interés genuino, porque hacerlos es una cosa y cuidarlos es otra. Nosotros entregamos un manual de uso para mantenerlo y eso implica un compromiso de la comunidad», agrega Valentina.
El Hospital Clínico San Borja Arriarán fue construido en el año 1772 y actualmente atiende pacientes de cinco comunas. Santiago, Estacion Central, Maipú, Cerrillos y una parte de Pedro Aguirre Cerda. En la unidad de neuropsiquiatría infantil, se atienden casi 40 mil niños al año y además es un centro de derivación nacional de enfermedades neurológica de alta complejidad. Este tipo de jardines sanadores son usados por miles de pacientes, familias y también es un espacio para descanso y refugio de los propios profesionales de la salud.
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De un sitio eriazo, a los jardines sanadores con flora nativa
El Neurólogo Guillermo Guzmán, trabaja en esta unidad desde el año 2005 y fue parte de este proceso de cambio. «Era un sitio eriazo, donde se acumulaban cosas del hospital, máquinas, containers. Sabíamos que tenía muchas posibilidades y un día vimos un reportaje en televisión de la Fundación Cosmos y dijimos: – listo, esto es -«.
Así empezaron entre todos a trabajar. Primero lograron el apoyo de la directora Mónica Troncoso y luego de la dirección del hospital, después junto a la Fundación, levantaron recursos públicos, privados, se sumó el grupo GTD y lograron apoyo de la sociedad civil a través de las fundaciones Amancay y Proceder.
«Acá tenemos pacientes que permanecen hospitalizadas por 30 días, la mayoría de origen psiquiátrico, que están en cuatro paredes con luces artificiales y esos pacientes hoy pueden salir a un jardín. Se conectan con los árboles, con el sonido del viento, con el agua de la pileta, de esa forma generamos una mejor recuperación». Para el doctor Guzmán, este proyecto tenía que concretarse, porque agrega, «quién puede negarse a darle mejor calidad a los niños y niñas»
La terapia sin techo
Las dos unidades, psiquiatría y neurología infantil conectan con este jardín a través de un rampa que se usa además como un lugar de rehabilitación. En estos jardines sanadores, todos los espacios son usados. Hay terapias individuales, colectivas, lo ocupan doctores, doctoras, terapeutas, artistas visuales que dirigen talleres de arte terapia y profesores. Para las familias es un lugar de encuentro y también, para desahogarse.
Patricia Rivas, nos cuenta que para ellos como equipo ha sido un desafío que los obliga a pensar en terapias al aire libre. «Pudimos introducir los huertos terapéuticos y aprender lo que significa en el proceso de sanación, tener contacto con la naturaleza. Este jardín nos incentiva a usar este espacio en beneficio de los niños y niñas y como no tiene muros, no tiene techo, no hay un tope y como no tiene tope, no hay tope para la creatividad”
El desafío de construir más jardines sanadores
Para la Fundación Cosmos, ahora el desafío es seguir aumentado los jardines terapéuticos y el proyecto se ha ampliado a centros de acogidas de niños y niñas que viven en hogares de la Fundación María Ayuda y en los centros de residencia de adultos mayores de larga estadía. Todos los espacios donde se pueda acercar a un paciente o a un ser humano a la naturaleza, sin duda genera mejoras en su calidad de vida.
Los jardines sanadores, datan desde mediado del siglo XX. Roger Ulrich, es un arquitecto suizo que relacionó el urbanismo y el espacio público con la salud mental.
Estar conectado con la naturaleza mejora los tratamientos, los pacientes pasan menos días hospitalizados y para los trabajadores de la salud, es un respiro y de eso sabe el Doctor Guzmán. “Este es un espacio de oportunidades, le podemos decir al paciente que camine, que juegue y si un niño o niña está con un cuadro depresivo, puede elegir el espacio, oler las flores y estar tranquilo. Todos los pacientes quieren bajar al jardín terapéutico”.