Guitarrista Andrés Godoy:
Orgullo chileno de la inclusión
Ricardo Basáez
Desde muy pequeño Andrés Godoy sabía que su vida estaría ligada a la música. Nació en San Antonio, Región de Valparaíso. Hijo de un obrero del puerto y de madre campesina. Una familia humilde, donde no había dinero para comprar un instrumento. Pero eso no significó un obstáculo para cumplir su sueño.
“Me tocó muy profundamente la música, me alegraba y veía que generaba una cosa colectiva entre las personas y los vecinos. Se movía una energía y de alguna manera yo sentía que en mi emocionalidad y corporalidad hacía mucho sentido. Por eso decidí muy temprano en mi vida que me gustaría ser músico”, asegura.
Recuerda que de muy pequeño se escapaba por las noches, mientras sus padres y abuelos dormían, a las fiestas que eran recurrentes en el puerto de San Antonio.
“Me transformé en un niño espía nocturno, que observaba a los mayores y veía lo que se generaba en torno a la música (…). Eran bailes donde se tocaba música como cumbia, rancheras, corridos y boleros, etc. Todo eso fue armando en mi vida un sentimiento muy particular con la música”, cuenta Andrés.
Cuando tenía nueve años, escuchó la canción “Love Me Do” de los Beatles y su vida no volvió a ser la misma. No sólo llamó su atención lo revolucionario de esta música, sino también su imagen, su estilo y su filosofía rebelde. Comprendió que la música tenía también un componente de transformación social.
El tatap es una técnica para guitarra con una mano y una filosofía o manera de ser donde lo perfecto tiene la misma valoración que los errores
Andrés Godoy, creador del tatap
Es así como se las arregló para tener acceso a instrumentos, algo difícil para la época y el lugar donde vivía. “Comencé a investigar dentro de mi círculo qué amigos o padres de mis amigos tenían instrumentos. La verdad es que eran muy pocos y comencé a hacer una selección de mis amigos y privilegié a los que tenían instrumentos para poder tener acceso a la música, más que a la amistad”.
Su obsesión por la música era tal que su abuelo hizo un esfuerzo y le regaló una guitarra acústica. Desde entonces pasaba la mayor parte de su tiempo practicando, logrando una inusitada habilidad para ser un total autodidacta. “Ahí supe que no me iba a transformar en un trabajador permanente de oficios, sino que mi idea era transformarme en un trabajador permanente de sueños”.
Lograr lo imposible
Cuando Andrés tenía 14 años, un episodio cambió radicalmente su vida. Mientras trabajaba en el molino de harina que administraba su padre, una de las máquinas tomó su brazo derecho y se lo arrancó por completo. “Salí volando y dando tumbos y cuando caigo al suelo, me doy cuenta que no tenía el brazo derecho. Nunca perdí la conciencia. Mi primer pensamiento fue que lo mejor quizás sería morir, porque no imaginaba cómo iba a vivir si no podía tocar la guitarra”, recuerda.
Desde ese momento, Andrés comenzó un largo periodo de recuperación que lo tuvo tres años sin tomar una guitarra. Gracias a la insistencia de su madre y su abuela, un día decidió retomar ese vínculo y comenzar simplemente acariciando la guitarra, explorarla o simplemente abrazarla. “Al principio encontraba fuera de lugar acariciar la guitarra, pero luego comencé a abrazarla y acariciarla y ese acto me re-vinculó, salir del prejuicio de que yo estaba abrazando algo que no tenía futuro. Uno no abraza cosas que no tienen futuro”, asegura.
Más que una técnica
Con años y años de práctica, Andrés fue desarrollando una técnica propia para poder tocar la guitarra con una sola mano, gracias a lo cual pudo formar grupos con los que tocó en la época de la dictadura como Andrés y Ernesto, y más tarde en Argentina compartió escenario con artistas de la talla de Fito Páez, Piero y Juan Carlos Baglietto, entre otros.
“Tatap” es el nombre de la técnica que fue perfeccionando con los años y que hoy es reconocida a nivel mundial. Consiste en el golpe y rasgueo de la guitarra con una mano, con la que simultáneamente se realizan funciones de acorde, melodía y ritmo. Pero para Andrés y quienes la han practicado, es mucho más que una forma de tocar la guitarra, es una cosmovisión. «El Tatap es una técnica para guitarra con una mano, un método educativo basado en educación de cualidades y una filosofía o manera de ser donde lo perfecto tiene la misma valoración que los errores o accidentes o lo imperfecto», dice Andrés.
En la década de los 90, Andrés se dedicó a la gestión cultural y desarrolló varios proyectos para promover nuevos talentos y velar por los derechos de los artistas y músicos. Creó junto a Claudio Narea la Asociación de Trabajadores del Rock. También fue uno de los fundadores de las Escuelas de Rock, desde donde salieron bandas como Sinergia.
En los últimos años, Andrés volvió a la guitarra y la composición y se ha transformado en un verdadero referente a nivel internacional en el circuito Fingerstyle y Tatap, participando en giras, conciertos y charlas por toda Europa, Australia y Asia en países como China, Japón, Taiwan, Hong Kong, Vietnam, Singapur y Malasia, entre otros.
“No me interesa sólo hacer conciertos, me gusta ir a escuelas y universidades. Hablé para miles y miles de estudiantes en distintos países y me di cuenta que la educación es muy distinta en Europa y Asía en relación a Latinoamérica”, dice Andrés.
Su legado
Una de las actividades que hoy concentran la atención de Andrés Godoy es la Fundación Tatap que creó hace algunos años y que lleva el nombre de la técnica que él desarrolló. Desde allí buscan impulsar a través de la música, las artes, la educación y el desarrollo integral y multicultural de niñas, niños, jóvenes y adultos para que alcancen todos sus potenciales.
“A través de la línea de acción de la Fundación Escuela de Producción Musical estamos ejecutando proyectos de producción musical en Quilicura, Renca y Maipú para artistas emergentes de esas comunas y también hemos hecho charlas para más de dos mil niños y niñas en escuelas públicas también de esas comunas”, nos cuenta Andrés.
En sus proyectos más personales, Andrés Godoy está terminando un nuevo disco que lleva por nombre “Micelio” y que se publicará antes de fines del 2022. Además, está pronto a publicar su segundo libro con partituras y relatos diversos llamado “Mano izquierda”.